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sábado, 20 de febrero de 2010

Vacío... que fue.



Sentí un gran vacío en el alma
una inmensa soledad física
llanto en los ojos, sin lágrimas.
Un cielo sin puntos suspensivos
tenía para llenar de estrellas
en las noches claras contemplarlas
superando la pena que causa tu ausencia
sin temor a que se rompiera
con estruendos y relámpagos,
los rayos de tu indiferencia
hace tiempo consumieron
la llama que dentro de mí ardía
y la lluvia del olvido mansa y fría
borraron toda huella de un amor
que solo me causó penas y desdichas.
Dentro de mi creé un santuario
dónde mi alma en silencio medita.
En el último inventario
ni en el Debe ni en el Haber
e l asiento con tu nombre aparecía.


Carol

viernes, 12 de febrero de 2010

Todo puede ocurrir en Venecia…en Carnaval.






La vi brillar con luz propia aquel Carnaval en Venecia. Aquella máscara veneciana le sentaba de maravillas, dejaba ver sus ojos color miel, como única parte de un cuerpo hermoso escondido bajo terciopelos.
Yo sabía que el sueño de su vida era visitar Venecia en Carnaval.






y que lo hubiese logrado era para ella el sumun de la felicidad.
La seguí a la salida del Hotel, no sospechaba mi presencia porque el disfraz y máscara que me compré, en una de las muchas tiendas dedicadas a proporcionar al visitante los disfraces más ingeniosos y maravillosos que soñar se puedan, no lo conocía.
Tenía yo la obligación moral de vigilarla y aunque no me hacía mucha gracia esta actuación por otro lado era divertido observar sus reacciones y todo lo que empezó a vivir en Carnaval bien que congeniaba con los demás habitantes y visitantes de Venecia
Así estuve toda la mañana, después fue a comer, ¡canelones!, qué ricos me supieron a mí, me senté de espaldas a ella y me quité la máscara para comer, craso error, cuando me volví se había marchado y los exquisitos canelones seguían en la mesa en la que unos instantes antes ella fingía comer.
Salí a la calle como alma que persigue el diablo y me quedé sin respiración: una maraña de disfrazados me rodearon bailando y cantando, uno de ellos me cogió la mano y me impidió salir de aquella marabunta. Llegué a enfadarme bastante pero su fuerza era superior, no quise ponerme demasiado seria porque ellos estaban jugando conmigo y su juego tenía cariz de inocencia aunque fuera solo fachada. Me resigné a perderla y bailé con aquel ser que me acaparaba.
Pasaron los minutos, se fueron alejando poco a poco, el enmascarado Me hizo una reverencia con el sombrero que llevaba puesto, se dio la vuelta y emprendió una carrera hasta llegar a dónde estaban sus amigos.
Bien, ¿ahora qué hago?, ¿dónde estaría la linda veneciana?
Me encaminé hacia la Plaza de San Marcos cogería algún folleto de fiestas y la buscaría en todas las actividades. Mas cuando lo conseguí por poco me da un síncope, eran muchos los Palacios que abrían sus puertas para el baile de la noche. No podía asistir a todos y era evidente que me había reconocido y por ello se había quitado de en medio.
Con gran dolor para mi bolsillo decidí cambiar
el disfraz y la máscara, ¡menuda ruina!


Pero todo valía por su seguridad. Empecé a preguntar si habían visto a…y les explicaba todo los destalles de su disfraz, tardé bastante pero encontré a uno que se había fijado explícitamente en ella y la había seguido hasta un Palacio privado dónde una cena de Gala precedería al Baile de las Velas.
Después de una caminata y atravesar el Puente de Rialto llegué, cansada, debí coger un vaporetti , un taxi acuático; me dispuse a observar a los que iban entrado a la cena. Allí estaba ella acompañada de alguien que cogía su mano y le hablaba con soltura en italiano por lo que pensé que era un nativo. Lo que no tenía claro era si lo había conocido allí o era una cita.
Entraron, no tenían escapatoria, cuando salieran para el gran salón lleno de velas a las que procedían a encender un grupo de mayordomos con máscara, estaría bajo mi mirada toda la noche y no la perdería de vista hasta su llegada al hotel. Adquirí una entrada, nada barata, me coloqué cerca de un balcón desde dónde divisaba la puerta del salón tocaban en ese momento música de Puccini, “Manon Lescaut-Intermezzo”, música sublime, “Un bel di vedremo- Madame Butterfly” veía parejas abrazarse, yo empezaba a ponerme melancólica.
Se demoraba su salida así que me asomé al comedor y con horror pude comprobar que no había nadie en él, me dirigí rápidamente a los servicios: ¡vacios!, ni un alma.
-¿Existe otra salida que no sea al Salón de Baile? -Pregunté a un camarero que procedía a limpiar las mesas.
- Por allí- me dijo señalando con el índice sin entender muy bien qué le preguntaba.
Sabía que me la había vuelto a jugar, y ahora sí que no podía hacer nada. Me resigné. Y encaminándome al baile, empecé a disfrutar de la velada.
Estaba en Venecia, en Carnaval y me tenía que divertir, claro que al estilo veneciano, pero en todo lo que ofrece vivirlo intensamente. Se me acercó un enmascarado vestido de arlequín que hablaba español y pasaba los veranos en la playa de Bolonia, provincia de Cádiz, me cogió con decisión de la mano y me llevó a danzar, fue una noche inolvidable, lo pasé de fábula bailando sin parar, minuetos, mazurcas y tarantelas, mirándome en todos los espejos de aquel inmenso salón sin poder creer que era yo la que se reflejaba en ellos dentro de aquella máscara veneciana que tanto me favorecía y acompañada de aquel caballero tan amable bajo su disfraz. Incluso nos dimos los e-mail. Despuntaba el alba y se despidió de mí con un fuerte abrazo. Había una espesa niebla, se perdió en ella.

Cuando la vi por la mañana me llevé una gran alegría, no llevaba disfraz, yo sí todavía. Estaba yo tomando un rico chocolate con churros en el café más antiguo de Italia: el Café Florián



en la Piazza de San Marcos cuando se me acercó cariñosa, me dio un beso y me dijo:
- Mamá, mamá, ¡cómo eres! Que tengo ya edad para ir por el mundo sola y no tienes la obligación de cuidarme como cuando era una niña…
-No sabes los peligros que acechan…
-Pero mamá…qué hemos venido un grupo y no nos perdemos.
-Por cierto mami, ¿de qué conoces tú al Sr. Díez profesor de Literatura?, te vi muy entusiasmada con él anoche, ¡tú sí que corriste peligro bonita!
-¿Cambiaste el disfraz?-le pregunté confundida ignorando su comentario.
Sonrió pícaramente y se alejó hacía un grupo que estaba unos metros más allá, cerca de la Basílica de San Marcos, me saludó con la mano y le respondí, al mismo tiempo recibí el saludo de uno de ellos, un hombre encantador, sin disfraz y en cuyos ojos vi ciertas chispitas titilar.


Después me desperté y ya mi vida no ha vuelto a ser igual, tengo un sueño por realizar.




Carol





martes, 9 de febrero de 2010

Misiones que cumplir




Acababa de cerrar la puerta cuando cayó al suelo, enseguida Ella lo cogió de la mano llevándoselo.
-No puedo irme aún, tengo muchas cosas que hacer…
-Ya las harán otros por ti no te preocupes-dijo Ella tranquilamente.
-¿Otros? ¿Qué otros? Tengo que criar a mis hijos, mi mujer no podrá sola con todo.
-Tendrá ayuda, muy pronto encontrará a alguien que le ayude.
-Es mi obligación hacerlo, bueno y mi placer también. ¡Suéltame la mano!
-No puedo, he venido a por ti no por mi propio gusto, esto es un encargo que tengo que llevar a cabo me guste o no y contra tu voluntad.
-¡No quiero irme!, no por favor no me lleves aún.
-No has comprendido la lección y años que llevaras aquí no la entenderías porque eres superficial, para ti solo existe lo que te interesa a nivel personal, pero nada de atender a las necesidades e intereses del prójimo.
-Me interesan mi mujer e hijos, creo que es suficiente.
-¡Si, son los más importantes amigo!, pero, ¿qué me dices de tus padres, hermanos, de la vecina anciana y del amigo que hoy no tiene que darle de comer a su familia? Es mejor cerrar los ojos al mundo y no hacer nada. No has entendido que para llevar a cabo su labor, Dios necesita ángeles y esos ángeles son tu vecina, tus padres, cualquier amigo, tan solo un corazón generoso que aún sin conocerte de nada se porta como un hermano con el que lo necesita. Ayudar es solidario, misericordioso, una palabra caída en desuso pero cuyo significado es de lo más bello que encontrar puedas. Ayudar desinteresadamente es dar amor, es lo que hace un ángel… y un ángel eres tú también.




-Yo no soy un ángel, soy corriente, un ser como otro cualquiera, insignificante.
-Ninguna criatura es insignificante a los ojos de Dios. El problema es que el egoísmo no te deja ver la misión que te traía a la Tierra. Verás que otros ayudan a tu familia cuando tú te vayas y recordarás todas la veces que pudiste hacer algo por alguien y pasaste de largo sin mover un dedo. No solo viniste a disfrutar los bienes terrenales, además, a hacer el bien siempre que estuviera a tu alcance y fueron muchas las ocasiones que desperdiciaste. Ahora otros cumplirán su misión mejor que tú y si no lo hacen se lamentarán también. Los desafortunados que olvidaste ayudar tendrán su premio porque como bien sabes en esta vida se paga y se premia, más tarde o más temprano pero así es-. Lo miró con piedad pero convencida de que llevaría a cabo su misión.
-¿Quién te crees que eres? No tienes derecho a quitarme la vida, mi vida-.Sollozó, ya sin esperanzas.
-Solo soy una mensajera y acompañante en tu último paseo. Se acabó el tiempo que tenías para estar en este mundo, te dejaré en la puerta más cercana al Más Allá, al otro lado te esperan desde hace tiempo…desde que iniciaste el camino en este mundo que ahora abandonas, vuelves pues al sitio de dónde viniste.
Suavemente lo empujó y se quedó mirándolo cómo caminaba hacia su destino, mientras un profundo llanto llegaba a sus oídos procedentes de la calle dónde una mujer, inclinada sobre el cuerpo inerte de su marido, lloraba.
Después se dio la vuelta y con los ojos húmedos pensó que algún día le tocaría a Ella que la relevaran de aquel trabajo tan poco grato en el que llevaba tantos y tantos años.




Carol







































































































































































































































miércoles, 3 de febrero de 2010

Noche oscura


Pasaron aquellas maravillosas noches de luna llena. Se hizo noche oscura, todo se volvió oscuridad. Ni una estrella en mi firmamento cubierto de nubes.
Un viento helado barrió lo sembrado, desarraigó sueños, proyectos, dulces esperanzas, alegrías futuras, la oscuridad abarcó con sus terribles garras mi corazón enamorado, lo sacudió como si fuera reversible dejándolo vacio de todo lo bueno y yo…dejé de ser…
Ahora no sé quién soy, qué quiero, a dónde voy…
Existo…cómo…:
La brisa que no se ve.
La sombra que pasa inadvertida.
El perfume de una flor que nunca percibimos.
El beso que queda flotando en el aire.
La lágrima que callada recorre la mejilla.
El sonido desacompasado de un cansado corazón.
La tierra seca que espera la lluvia.
La niña que sueña con no dejar de serlo.
La sonrisa que murió en los labios antes de darla.
La imagen que a tus ojos no llega.
La voz sin sonido que muere en los labios.
La mano inerte que abrirse quiere a los demás.
El alma que, sin cielo, en la tierra pena.
El corazón sin tiempo que espera un soplo de amor para revivir.
La poesía que el poeta guardó para siempre en un cajón.

Tal vez menos soy, pero, ¡aún soy persona!


Carol