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viernes, 23 de marzo de 2012

ESTE JUEVES UN RELATO: Dèjá vu


Dèjá vu


La peluquera  ha atendido a un montón de clientas desde que llegué a la una de la tarde cita que tenía concertada desde hacía tiempo en aquel salón de belleza que me habían aconsejado.

A las 2hs., me lavó la cabeza me colocó unos rulos muy grandes, me metió en el secador y se olvidó de mi por muchos minutos, casi a las tres volvió me desarmó un rulo y vio que el pelo seguía húmedo, volvió a enrollarlo y me siguió dando calor a través de aquel aparato.

Yo había convenido con ella al concertar la cita que tenía que hacerme un semirecogido-la señoras me entenderán-maquillaje y manicura.

Tenía una boda a las seis de la tarde y yo era la madrina de la ceremonia, tenía que llevar al altar al novio, en un pueblo que distaba unos kilómetros…y para el trayecto necesitaba unos cuarenta minutos al menos.

Se acerca y me quita el secador y me sienta en un sillón frente al gran espejo que dominaba el salón, sigue con la última clienta que queda-señora que había entrado después que yo-, algo así… como dos horas más tarde que yo. Se toma su tiempo para cobrarle, despedirla…

Son las cuatro de la tarde y empieza a maquillarme, yo cada vez estaba más sorprendida de su forma de hacerlo pero no tengo mucha experiencia en esto y la dejo hacer. Emplea treinta minutos. En este punto me levanto del sillón y le digo que tengo que marcharme porque tengo que ir a casa a vestirme-ducharme lo hice antes de salir-y porque prácticamente ya no me queda tiempo, menos de una hora para ponerme en carretera. Le digo que no comprendo cómo llevo allí tres horas y media y aún estoy sin peinar. Se pone nerviosa pero soy yo la que coge un cepillo y sin más me lo paso por el pelo sin recogidos de ninguna clase, y ella a toda prisa me pinta las uñas sin manicura ni nada por el estilo, después de que le pago el “trabajo”…, porque si lo hace antes no tengo tiempo ni para que se me seque el esmalte.

Bajo a la calle, en la puerta del bar de enfrente cercano a un cine, me espera mi pareja y me dice que ya es tardísimo, y me pregunta qué clase de peinado me han hecho que no se me ve por ningún lado.

Mientras vamos a casa intento contarle lo sucedido y se queda perplejo.

Llego a casa y a todo correr me visto, me pongo algunas joyas que no atino a abrochar de los nervios, menos mal que tenía todo preparado encima de la cama, el bolso, los guantes, el abanico…toda la parafernalia…y me coloco una pamela en la cabeza, los rizos que asomaban por debajo disimularon el desastre.

Salgo a la calle a las 5horas y 20 minutos, el novio me espera en la limusina que nos llevará y que después servirá para los recién casados. También nos espera una pareja amiga para ir juntos, ellos en su coche. Nos ponemos todos en camino, al principio despacio. Veo que no llegamos a tiempo, o sea antes de las seis de la tarde, le digo al chófer que corra un poco pero los lazos y flores que adornan las puertas del coche se mueven demasiado y temo que las vamos a perder por el camino. Voy muy preocupada porque cualquier percance impediría que llegáramos a tiempo.

Son las 5 horas y cuarenta minutos cuando me viene a la memoria que unos meses antes había tenido un sueño:

“Estaba en una calle frente a un bar e iba a entrar al cine de al lado a ver una película cuando la pareja amiga se nos acerca y me dice que qué hago que no estoy arreglándome para la boda. Miro el reloj y son las seis menos veinte de la tarde…Corro a casa pero allí no encuentro mis útiles de maquillaje, ni mi vestido-entonces aún no lo había comprado- y hecha un desastre me encamino hacia la iglesia, dónde no llego nunca porque antes me despierto, sudando, con el corazón que se me sale del cuerpo y…”

Suenan las seis en el reloj de la plaza del pueblo cuando nos bajamos de la limusina junto a la Iglesia, entramos en ella y esperamos a la novia.


Carol



Más Dèjá vu en:

Carmen Andújar






lunes, 5 de marzo de 2012

Pasillos...


Ayer al cruzarme contigo me miraste

una sonrisa se asomó a tus labios

encontré ternura en tus ojos ya cansados

sentí durar una eternidad aquel instante.

Y yo que ya “casi” no creo en el amor…

pero no quiero aprender a vivir sin él,

sentí una llamara en el corazón,

calor que me hacía morir de sed.

Hoy, al cruzarnos de nuevo en el pasillo,

te has parado y me has dado un beso

has cogido mis manos, hablado con cariño,

cómo una niña inexperta te he mirado con embeleso.

Después, te fuiste a leer al salón con la sonrisa puesta,

a mí me esperaba mi ordenador en la salita

y así sin proponérnoslo esta noche tenemos una cita:

allí dónde termina el pasillo… en la primera puerta.



Carol.



jueves, 1 de marzo de 2012

LOS JUEVES UN RELATO: EL APEGO A UN OBJETO

 
Mi máquina de escribir



Acababa de sacar el certificado de mecanografía en una academia cuando mi padre me preguntó si quería una máquina de escribir portátil, yo que no me esperaba este regalo le dije rápidamente que sí-era muy necesario tener muchas pulsaciones, conservar las que había logrado- a la hora de encontrar trabajo y el ordenador aún no se conocía por aquí.

Fui a ver la máquina de una amiga que tenía una Olivetti y me pareció una máquina ideal, así que cuando llegamos a la tienda y mi padre pidió que le sacaran una portátil la dependienta se marchó y volvió con una un poco más grande y también más cara, era una Princess-norma alemana que a mí me resultaba entonces un poco grande y pesada para cargar con ella.

Me ayudó a aprobar mecanografía en la Escuela de Comercio, para prepararme a algunas oposiciones que no saqué y me acompañó hasta mi nueva casa cuando me casé…Para escribir a máquina mis poemas y tantas cosas… aprendieron con ella mis hijos.

Ahora la tengo encima de los cajones del escritorio donde escribo y está el ordenador, aunque no la uso desde hace tiempo no consigo desprenderme de ella y tampoco quiero, la tengo un cariño especial, creo que aún escribe muy bien y nunca se sabe…con ella se escribe sin electricidad, con la luz de una vela y no es por nada pero sus teclas me suenan a música celestial y me evoca recuerdos y situaciones que nunca volverán.



Carol

 
Más relatos en:
 
http://palabrasdesindel.blogspot.com/

jueves, 23 de febrero de 2012

JUEVES 23 - UN NUEVO RELAT0 - ME OCURRIÓ ALGO EXTRAORDINARIO...




JUEVES 23 - UN NUEVO RELAT0 - ME OCURRIÓ ALGO EXTRAORDINARIO...






Cuando mis padres decidieron que tenía que empezar a ir al colegio me apuntaron a uno de pago, en dónde estuve durante los siguientes cuatro años, me enseñaron a leer, escribir, hice la primera Comunión con mis compañeros y me prepararon para el ingreso de Bachiller en un instituto ya en los años sesenta. Dónde encontré las mejores amigas que he conocido y que aún conservo aunque esté tan lejos.

Mi madre había oído hablar muy bien de la maestra de este colegio y quiso que fuera allí dónde empezaría mi vida escolar a los seis años, edad a la que los niños del país empezaban a aprender a leer por lo general.

Tenía la maestra mucha clase, estilo, era encantadora con todos los niños y a todos nos trataba con mucha deferencia, respeto, no nos costaba en absoluto aprender con ella y estudiar era siempre ameno, y es que ella tenía la cualidad de saber enseñar, de que todos nos interesáramos por lo que hacíamos sin que nos pareciera un gran esfuerzo aprender de memoria tantas lecciones, repetir tantas palabras del dictado hasta que superáramos las faltas de ortografía. Incluso de que nos cargara con muchos deberes para casa, vacaciones…, aquellos cuadernos de caligrafía, de tantas cuentas y problemas de matemáticas.

La niñez en este colegio fue uno de los periodos más felices de mi vida y que recuerdo con mucho cariño.

En cierta ocasión y hablando de los padres de la maestra mi madre me dijo que a su padre lo habían matado en la guerra-la guerra civil española de1936-ella entonces era una niña de cinco o seis años que tenía más hermanos aunque ella era la mayor. La madre se tuvo que buscar la vida para sacar a sus hijos adelante pero lo logró e incluso le dio estudios, una gran mujer trabajadora con mucho mérito.

Hace unos años un historiador-investigador de mi ciudad escribió un libro sobre los acontecimientos que ocurrieron en los años que duró la guerra y sobre los muertos que el enfrentamiento fratricida ocasionó en la ciudad-por los vencedores- fue así como me enteré que el padre de mi maestra no había muerto luchando en la guerra como yo creía y seguramente mi madre tampoco sabía, sino fusilado, acusado de un delito que no cometió.

Me invadió una profunda tristeza y mi admiración y cariño aumentó por mi maestra, su madre y sus hermanos que siempre fueron tan dignos, tan abnegados, tan callados y sufridos, que jamás expresaron ni inculcaron odio ni venganza.

Sin odio ni rencor-que solo hiere al que los siente-escribo este recuerdo emocionado a mi querida maestra.

Que Dios reparta justicia allí donde los humanos no logren hacerla y gracias a los que lo intenten con todo el corazón.

Carol
Más relatos en :


CONVERSANDO CON MARU



lunes, 20 de febrero de 2012

¡Cita a ciegas...?


¿Qué hacía allí encerrada en el armario ropero del salón de baile del Palacete Pagano…? El Poeta-su amor platónico, al que había conocido por internet y con el que llevaba años escribiéndose- la había citado en aquel lugar y tras leer la misiva-email y sin estar muy segura de si quería hacerlo o no por lo extraño que resultaba la propuesta…se encaminó con pasos inseguros hacía allá con su disfraz en una bolsa, en el servicio de unos grandes almacenes que estaban en el trayecto se cambió. Entró por la puerta lateral del Palacete como él le indicara y después de caminar unos treinta metros por un largo pasillo se encontró con una puerta que daba directamente al mencionado armario.



Estaba lleno de abrigos, capas y otras prendas de abrigo como bufandas, tocas, chales…, se colocó en un lateral y esperó confusa, y algo asustada a que el compositor apareciera y se diera a conocer.


Empezó a tener calor. El disfraz de dama del siglo XVIII a pesar de tener un generoso escote la estaba agobiando. Cogió una percha y colocó en ella su capa, dudando, porque si tenía que salir corriendo…


Se volvió a preguntar si el poeta la ponía a prueba, si cifraba su confianza en ella con esta especie de demostración de fe en él , no lo sabía pero de todas formas eran unas circunstancias que tal vez solo se podían dar en Carnaval, aún así…


Era la primera vez que visitaba el Palacete, no sabía dónde estaba el salón de baile, la música le llegaba nítida, valses, salsa, merengue, se sucedían uno tras otros. Pasaban los minutos. Por la hora que era pensó que todos los invitados habrían llegado ya por lo que algunos se marcharían más tarde…pero para entonces ella esperaba no seguir escondida.


De repente la puerta se abrió y cerró rápidamente, tan rápido que la oscuridad volvió a reinar en el habitáculo sin que le diera tiempo a ver quién era la persona que ahora lo compartía con ella.


Unos brazos poderosos se cerraron sobre su cintura, mientras unos labios ávidos la obligaban a besar de forma apasionada. Quiso gritar y ni un solo sonido salió de su garganta. Se preguntaba si el Poeta era tan vigoroso como para tenerla tan fuertemente impedida de hacer el mínimo movimiento. De repente la soltó y gracias a un mísero hilillo de luz que se colaba por las rendijas pudo ver que era un enmascarado que cubría su cabeza y cuyo disfraz era de un fraile franciscano.


-No tengas miedo, no voy a hacerte daño ni nada que tú no quieras.


La voz no le sonó muy extraña, pero… ¿Quién más sabía que ella estaba allí encerrada? ¿Acaso la había visto alguien llegar hasta el escondite?


Cerró los ojos aturdida y por un instante perdió la noción del tiempo, del lugar. Cuando los abrió vio que estaba sola y sin pensarlo dos veces salió del lado dónde la música era más fuerte. Era una antesala enorme llena de tapices y una larga alfombra que acababa ante las puertas acristaladas del esplendido salón dónde múltiples parejas bailaban. Dirigió sus pasos hacía allí y decida entró. Si el poeta no había aparecido en tanto tiempo era posible que pensara que ella se había cansado ya de esperar por lo que no iría al escondite sino al salón.


Paseó su mirada entre los asistentes y enseguida creyó ver al Poeta. Sería el que llevaba un hábito de fraile franciscano, aquel que le había gastado la pesada broma, por llamarlo de una manera suave. Se acercó a él en el momento en que éste cogía una copa de una bandeja que un elegante empleado ofrecía y se quedó de piedra a ver que la manga, al estirar el brazo, dejaba al descubierto cerca de su muñeca izquierda un lunar grande que desde su nacimiento formaba parte del físico de su marido.


¡Pero…si…a él no le gusta la poesía!- Fue el primer pensamiento que le vino a la memoria.


El segundo: Si quiere juego… ¡por mi encantada!


Y se llevó un dedo a la boca para obligarse a sí misma a callar lo que ya sabía.






Carol

lunes, 23 de enero de 2012

Distintos caminos



Me he sentado a la vera del camino,

este camino que debería llevarme hasta ti,

me he perdido en la oscuridad y el olvido

al no saber en la encrucijada cuál elegir .

Volver atrás es perder el presente

también las fuerzas- no siempre acompañan-

penetrar en una niebla envolvente

formada por la desilusión y la desesperanza.

No está en mis manos la solución

a tanta tristeza y sueños rotos,

por mucho que yo lo intente

llamando incansable a tu corazón.

Juguetes de un destino que nos separa,

desencuentro inevitable,

ni tú ni yo somos ya culpables de lo que nos ocurre,

aceptarlo sin sufrimientos sería lo más razonable.





Carol



miércoles, 11 de enero de 2012

Mira qué luna...

Mi cielo estrellado era un cuadrado: el que formaba el ventanal de la terraza.



La Luna entre los tejados. Una luna llena muy brillante, luminosa, cercana.

La imaginé reflejada en mi playa…, mientras un suave viento rizaba con mimo el agua. De repente, no pude evadirme como otras veces y volví a quedar anclada al paisaje y al lugar dónde estaba.



Abrí el ventanal para ver la Luna sin cristales de por medio y me pareció poder tocarla con las manos, la abarqué con ellas formando un cuadro pequeño. ¿A dónde tendría que ir para observarla sin tejados? Lejos…



Es tan raro poder verla en cielos siempre nublados que el solo hecho de hacerlo con tanta nitidez sin una nube de por medio ya es un éxito y una gran satisfacción.

Tener un rato para contemplarla… un lujo. Sentir su influjo…



Eso fue anoche, hoy no está visible, la oculta la niebla, no hay cielo estrellado con el que poder consolarme de la pérdida de la Luna…



Con un poco de suerte tal vez mañana la vuelva a ver en soledad desaprovechando así esta preciosa Luna de invierno, que en la playa bien abrigados…, junto al ser amado, puede llegar a ser algo maravilloso.



Presiento que esas experiencias ya nunca las tendré. Sueños imposibles. Pero… ¿Y sí…?



...Siento en mis hombros dos  manos que me acarician...perdonad...






Carol