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domingo, 19 de junio de 2011

El mar de mi tierra





Allá lejos está el mar


sus aguas bañan mi tierra


besa amoroso la arena


mientras el sol se levanta.


Así día y noche, incansable la sigue besando,


arena dorada, sueños salados.


Allí quedaron mis juegos


repartidos por la orilla


que otros niños compartieron


mi madre sin desfallecer nos vigila:


el mar, muchas veces traicionero.


Mar hermoso, mar en calma


lugar de encuentro de nuestros amores


abrazándonos con sus aguas


poniendo ilusión en nuestros corazones.


En las noches de verano


este mar es un espejo


dónde refleja su belleza


la luna llena. Es de ensueño.


Mar bravío lleno de tesoros,


mar de mi niñez perdida


cuando pienso en ti mi herida


se vuelve incurable y lloro.






Carol

domingo, 5 de junio de 2011

Caminando...


Una de las capacidades que nos ha dado Dios al ser humano es la de asimilar los golpes duros de la vida. De momento te quedas noqueado, sin entender, y poco a poco vas asumiendo la nueva situación.



Las situaciones cambian tanto a lo largo de nuestra vida que nos preguntamos los porqués y no siempre conseguimos saber qué acontecimientos hicieron que estas cambiaran, si pudimos hacer algo más para evitarlo o que sencillamente no fuimos capaces de “verlas venir” porque no asistimos a todos los momentos de la vida de otros.


¿Hasta dónde es uno dueño de intervenir en la vida de los demás para evitar que muchas cosas que nos gustan como están pasen a ser de otra forma y ya no nos parezcan tan bien? No siempre está en nuestra mano hacerlo y no siempre deberíamos hacerlo. Debemos aceptar que personas a las que queremos dejen de querernos porque así lo eligieron y muchas veces sin tener nosotros nada que reprocharnos simplemente porque intervienen otros factores, otros seres que nos separan de ellos.


No podemos evitar decepcionar y que nos decepcionen. Tal vez porque en los dos casos el listón se puso muy alto y al fin y al cabo somos seres humanos y es así cómo debemos empezar a entender que nadie es perfecto y que a todos los que queremos y apreciamos o conocemos sin más hay que aceptarlos.


Mientras dura el periodo de aceptación de la nueva situación creada, lo pasamos mal y tenemos que recurrir a esa otra capacidad de resignación y empezar de nuevo que tanto nos ayuda a caminar por este valle de lágrimas que por todos los medios debemos intentar convertir en un paraíso aunque muramos en el intento.


Mientras tanto el dolor ocupa una parte de nuestro corazón.


Pero hoy yo sólo voy a pensar en lo que tengo y no en lo que perdí. Y así todos los días de mi vida.






Carol