JUEVES 23 - UN NUEVO RELAT0 - ME OCURRIÓ ALGO EXTRAORDINARIO...
Cuando mis padres decidieron que tenía que empezar a ir al colegio me apuntaron a uno de pago, en dónde estuve durante los siguientes cuatro años, me enseñaron a leer, escribir, hice la primera Comunión con mis compañeros y me prepararon para el ingreso de Bachiller en un instituto ya en los años sesenta. Dónde encontré las mejores amigas que he conocido y que aún conservo aunque esté tan lejos.
Mi madre había oído hablar muy bien de la maestra de este colegio y quiso que fuera allí dónde empezaría mi vida escolar a los seis años, edad a la que los niños del país empezaban a aprender a leer por lo general.
Tenía la maestra mucha clase, estilo, era encantadora con todos los niños y a todos nos trataba con mucha deferencia, respeto, no nos costaba en absoluto aprender con ella y estudiar era siempre ameno, y es que ella tenía la cualidad de saber enseñar, de que todos nos interesáramos por lo que hacíamos sin que nos pareciera un gran esfuerzo aprender de memoria tantas lecciones, repetir tantas palabras del dictado hasta que superáramos las faltas de ortografía. Incluso de que nos cargara con muchos deberes para casa, vacaciones…, aquellos cuadernos de caligrafía, de tantas cuentas y problemas de matemáticas.
La niñez en este colegio fue uno de los periodos más felices de mi vida y que recuerdo con mucho cariño.
En cierta ocasión y hablando de los padres de la maestra mi madre me dijo que a su padre lo habían matado en la guerra-la guerra civil española de1936-ella entonces era una niña de cinco o seis años que tenía más hermanos aunque ella era la mayor. La madre se tuvo que buscar la vida para sacar a sus hijos adelante pero lo logró e incluso le dio estudios, una gran mujer trabajadora con mucho mérito.
Hace unos años un historiador-investigador de mi ciudad escribió un libro sobre los acontecimientos que ocurrieron en los años que duró la guerra y sobre los muertos que el enfrentamiento fratricida ocasionó en la ciudad-por los vencedores- fue así como me enteré que el padre de mi maestra no había muerto luchando en la guerra como yo creía y seguramente mi madre tampoco sabía, sino fusilado, acusado de un delito que no cometió.
Me invadió una profunda tristeza y mi admiración y cariño aumentó por mi maestra, su madre y sus hermanos que siempre fueron tan dignos, tan abnegados, tan callados y sufridos, que jamás expresaron ni inculcaron odio ni venganza.
Sin odio ni rencor-que solo hiere al que los siente-escribo este recuerdo emocionado a mi querida maestra.
Que Dios reparta justicia allí donde los humanos no logren hacerla y gracias a los que lo intenten con todo el corazón.
Carol
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