Mi cielo estrellado era un cuadrado: el que formaba el ventanal de la terraza.
La Luna entre los tejados. Una luna llena muy brillante, luminosa, cercana.
La imaginé reflejada en mi playa…, mientras un suave viento rizaba con mimo el agua. De repente, no pude evadirme como otras veces y volví a quedar anclada al paisaje y al lugar dónde estaba.
Abrí el ventanal para ver la Luna sin cristales de por medio y me pareció poder tocarla con las manos, la abarqué con ellas formando un cuadro pequeño. ¿A dónde tendría que ir para observarla sin tejados? Lejos…
Es tan raro poder verla en cielos siempre nublados que el solo hecho de hacerlo con tanta nitidez sin una nube de por medio ya es un éxito y una gran satisfacción.
Tener un rato para contemplarla… un lujo. Sentir su influjo…
Eso fue anoche, hoy no está visible, la oculta la niebla, no hay cielo estrellado con el que poder consolarme de la pérdida de la Luna…
Con un poco de suerte tal vez mañana la vuelva a ver en soledad desaprovechando así esta preciosa Luna de invierno, que en la playa bien abrigados…, junto al ser amado, puede llegar a ser algo maravilloso.
Presiento que esas experiencias ya nunca las tendré. Sueños imposibles. Pero… ¿Y sí…?
...Siento en mis hombros dos manos que me acarician...perdonad...
Carol