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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Septiembre…un mes ideal para volver a empezar.




Cierto que a lo largo de nuestra vida morimos y volvemos a renacer varias veces, espiritualmente, es inevitable y conveniente para darnos cuenta de que muchas veces “nos quejamos de vicio” y solo cuando perdemos lo que tenemos aprendemos valorarlo.
Vamos perdiendo en juventud y ganando en sabiduría y nos decimos: “si hubiese sabido esto antes que distinto habría obrado”. Esta es una frase que me repito mucho aunque suelo echar pecho a lo hecho ya que toda mi vida he intentado ser una persona sensata que piensa lo que va a hacer antes de actuar y pocas veces lo hago sin mirar los pros y los contras, esto no quiere decir que no me arriesgue si no que no me lanzo al vacío a ver qué pasa después.
Hace tiempo que soy feliz con pequeñas cosas y sobre todo con los afectos de los demás. Prefiero la amistad sincera al mejor de los adornos y el amor incondicional a la más cara de las joyas, sé que cuando me vaya a “otros mundos” no me llevaré nada más que el amor que me hayan dado y lo que haya aprendido para llenar los huecos de mi ignorancia que es mucha comparada con todo el saber que se puede llegar a tener y en esto me conformo con tener las ideas claras y convencida de que no podemos llegar a saberlo todo pero que es muy necesario alcanzar el conocimiento imprescindible para caminar por este mundo.
Lo primero es que debemos querernos y respetarnos a nosotros mismos para así poder querer y respetar a los demás, no es tarea fácil pues ninguno hemos podido salvarnos de sufrir traumas en la niñez, algunos muy insignificantes comparados con otros, pero sean como sean debemos superarlos y aceptar que son gajes del oficio de vivir porque de no hacerlo nos pueden llegar a amargar una vida llena de cosas buenas que no sabremos apreciar anclados en esos acontecimientos que sin quitarles importancia…no sean la piedra en el camino que nos impidió seguir avanzando en alcanzar la madurez suficiente como para aprender que el dolor no nos deja crecer, que estamos de paso, nos iremos y otros vendrán, que es una obligación intentar ser y hacer felices a los demás.
Procuremos llegar a ser mejores personas partiendo de lo que tenemos, mejorándolo, aprendiendo de los libros, los buenos ejemplos y apoyándonos en los que nos aprecian pues tantas veces necesitamos un abrazo, una palabra de aliento o consuelo y consejos que nos alumbren en las horas de incertidumbre. No hagamos una isla de nosotros mismos y si así lo hiciéramos al menos construyamos puentes para que el que lo desee se pueda acercar porque solo tratando a nuestro semejantes podemos llegar a conocerlo en todo lo que valen.
Es muy importante estar en posesión de uno mismo (no confundir con estar poseído de uno mismo) porque así será más difícil que las opiniones adversas dichas con mala intención nos minen la moral, la seguridad en nuestros criterios que se deben basar en ideas y sentimientos honestos harán que nuestra dignidad esté por encima de todo y sea el más importante pilar en el que apoyarnos.
Hoy me basta con una sonrisa de tus labios para sentirme la más feliz de las personas con el precioso regalo de tu tiempo: el que dedicas a leerme.

Gracias

Carol