Cuantas tonterías decían los horóscopos: hoy tendrá conflictos con sus compañeros de trabajo, cuide las relaciones con ellos, no caiga en el error de contradecir a su jefe, le está poniendo a prueba. Se encontrará con un antiguo amor…
-Es sábado, no tengo compañeros de trabajo ni jefe, y un antiguo amor… veo muy difícil encontrarme con él, hace años que no vivo en la ciudad donde nací.
Antes de salir del salón echó una última mirada al periódico…
-¡Bobadas!
Necesitaba otro café. Últimamente la tensión la tenía muy baja.
Con el café en la mano volvió sobre sus pasos y cogió el diario de nuevo. Empezó a pasar páginas leyendo solo titulares, parándose en alguna frase que le llamaba la atención.
Se necesita señora de compañía para señor mayor.
Edad entre 50 y 60 años
Discreta, amable, buena presencia.
Conocimientos de Internet.
Con carnet de conducir.
Sin responsabilidades familiares.
Entregar CV en esta dirección…
Edad entre 50 y 60 años
Discreta, amable, buena presencia.
Conocimientos de Internet.
Con carnet de conducir.
Sin responsabilidades familiares.
Entregar CV en esta dirección…
-Eso está en las afueras de la ciudad, creo, es el Boulevard de los Chalet.
-Reúno los requisitos que piden-pensó animada- me pasaré por allí, por probar nada se pierde. Me aburro en esta casa sola, sin marido, sin hijos, sin perro…
Cuando abrieron la puerta una sirvienta con uniforme le preguntó que deseaba. Le extendió el sobre que guardaba su petición y el CV, la señora muy seria le comunicó que ya estaba cerrado el plazo y con una sonrisa amable cerró la puerta.
Sacó la pequeña radio que llevaba en el bolso y con los auriculares bien puestos se alejó despacio mientras observaba como caía lentamente uno de los visillos que daba al ala izquierda de la casa, más cercana a la verja que separaba la propiedad de la calle.
Iba tan ensimismada que no se dio cuenta que alguien la llamaba y corría tras ella, de pronto oyó unos gritos, se volvió y vio a la sirvienta que venía hacía ella diciéndole algo.
-Señora, por favor, el señor desea recibirla, si es tan amable de volver a la casa…
-¡Ah! Sí, encantada.
Cuando entró en el despacho, él le estrecho la mano y la invitó a sentarse en un sillón delante de su mesa.
Leyó despacio los informes sin decir nada, después la miró.
-Las condiciones de este trabajo son que tendrá que dormir en esta casa, salir a pasear conmigo, ir al cine. Acompañarme a los eventos que tenga asistir, fiestas de amigos, visitar museos, galerías de arte, cruceros, etc. Comeremos juntos y Vd. servirá la comida que prepara la Sra. Ángeles y cosas menos agradables como acompañarme al médico. Si le parece bien el sueldo y estas condiciones, empieza hoy mismo su trabajo.
Cuando volvía con su equipaje, se encontró con Ángeles, había cambiado su uniforme por ropa de calle.
-Me marcho, se cumplió mi jornada.
-Pero… ¿Vd. no vive aquí?
-No, vengo por la mañana temprano, arreglo la casa y hago la comida. Ahora voy a otra casa en la que hago lo mismo por la tarde. Hasta mañana, ahora el señor está en sus manos, cuídele bien es un hombre bueno. Si tiene un gran problema de salud el teléfono de su hijo está anotado junto al teléfono que hay en la entrada de la casa.
Cerró la puerta, la vio alejarse por el pequeño sendero. Empezaba a sentirse pérdida cuando apareció él en lo alto de la escalera, con un gesto le indicó que subiera, cuando llegó arriba le siguió por un largo pasillo arrastrando su maleta con ruedas. Entraron en una habitación muy hermosa, con mucha claridad y decorada con muy buen gusto. Tenía baño y un pequeño gabinete.
-Era de mi esposa y me entristece que permanezca vacía tantos años. Le dejo tranquila que se instale, cuando acabe haga el favor de bajar me gustaría salir a dar un paseo.
-Enseguida señor.
Cerró él la puerta despacio, mirándola, en sus ojos vio brillar una luz que no entendió qué era.
Guardó la ropa en el armario, puso los productos de belleza e higiene en el baño. Abrió los cajones de la cómoda para poner allí la ropa interior y se encontró con que estaban llenos de delicadas prendas, perfectamente colocadas, conservadas…
Empezó a preguntarse por qué le había dado la habitación de su difunta esposa sin conocerla de nada. Era todo tan extraño… ¿Lo conocía de algo?, memorizó y no, ella a él no lo conocía.
Cogió el ordenador portátil y lo llevo al pequeño gabinete, sería su rinconcito para escribir en los ratos que le quedaran libre.
Encendió la luz y ahogó un grito en su garganta, en la pared de enfrente a la puerta, colgado de la pared había un gran retrato de la que debió ser la esposa, de antes que cumpliera los cuarenta años, una mujer con grandes ojos negros, mirada misteriosa. Lo increíble... es que ella era su vivo retrato…
Carol