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sábado, 4 de julio de 2009

Aún es tiempo...

Se miraron en silencio. No era tan atractivo como lo fue de joven, su mirada perdía fuerza, ni tan inquietante como supuso que sería el estar cerca de él. Aún así sus ojos medio cerrados le causaron rubor que intentó disimular mirando la Carta dónde exquisitos platos se exponían a su elección. Él sonrió complacido y ella no pudo evitar devolverle una sonrisa lo más cálida que pudo conseguir esbozar.

En conjunto le gustaba, era alto, claro que los hombres altos no tienen complejos y no les importa salir con chicas de mediana estatura, si son guapas mejor, son los bajos los que necesitan chicas altas a su lado para darse importancia ante los amigos, aunque esto no deja de ser una simple opinión.

-¿Pedimos?-

Aún no había elegido, pero él se lanzó a pedirle el plato como si fuera su mamá y ella una niña que no sabe lo que quiere o no es capaz de elegir algo bueno, no supo qué le llevó a hacer esta demostración de suficiencia, ella, tan tímida se calló sorprendida sin poder reaccionar. Cuando el camarero les sirvió se vio comiendo un “manjar” que nunca se habría pedido. Él parecía disfrutar con su desconcierto y entonces empezó a pensar que le estaba tomando el pelo, tal vez desde hacía mucho tiempo lo llevara haciendo pero como normalmente cree en la buena fe de las personas...tenía que verlo muy claro para convencerse de que no era imaginaciones suyas lo que estaba viendo.

Intentó tragar aquello que había en el plato demostrando una educación que él no se merecía, más lo hizo por ella misma, por los de alrededor, por no devolver el plato al cocinero sin tocarlo, al que seguramente le importaría un bledo si el cliente que había pedido aquello se lo comía o no. Aún se contenía, aún estaba en sus casillas.

Cuando el camarero trajo la Carta de postres esperó a ver qué hacía en esta ocasión, esperando ya alguna por su parte sin que le cogiera tan de sorpresa, y pensando que cualquier cosa que eligiera no estaría mal porque todo lo que en esta había le gustaba, eran unos postres deliciosos.

-No tomaremos postre, pasaremos al café directamente.-Le dijo al camarero con una irónica sonrisa. Por unos segundos la decepción se reflejó en la cara de ella aunque intentó por todos los medios recomponerse al instante y que no se le notara, los ojos de él llenos de chispitas la miraron tiernos, pensó que era un hipócrita pero se sintió culpable enseguida porque sabía que hay persona a las que no les importa esas delicias lo más mínimo y se toman un café tan felices sin echar de menos para nada algo dulce en sus vidas, el dulce les sobra.

Se levantaron sin tomar copa ni nada parecido. La cogió de un codo y sin que se diera cuenta prácticamente, estaban mirando el agua correr bajo el Puente.
Ella bastante contrariada, la cena en el restaurante había sido al gusto de él no al de ella y tenía un hambre de caballo ya que al medio día no había comido casi nada solo un pequeño bocadillito en la playa sin tiempo para merendar porque se fue a la peluquería para estar presentable para aquel, cada minuto más, extraño caballero.

-¡Preciosa noche!-dijo sin mirarla. Su mirada se fue lejos, al horizonte oscuro. Las luces de la ciudad se reflejaban en el mar como una diosa seductora, irresistible.
Deseó ser ella para que él la mirara un solo minuto así. Pensó que la soberbia de él era mucha para fijarse en su insignificante figura y ahí empezó a dejar de importarle por segundos este caballero.

Se dio cuenta que no merecía la pena sufrir un solo instante por aquel hombre. Claro que no sabía, no podía imaginar que hay hombres que te hacen pensar que eres importante para ellos, que se interesan por ti, que dicen palabras amables mientras quieren conseguirte, una vez que lo logran se dedican a despreciarte a hacer sufrir haciendo de menos, en fin unos auténticos enfermos difíciles de tratar, yo al menos no sé cómo hacerlo, me deprimen, me aburren soberanamente y lo único que deseo es estar lo más lejos posible si tengo uno de estos cerca de mí.


Como no hablaron casi nada durante la cena ella esperaba que durante el paseo lo harían.

-Me gusta pasear en silencio por esta acera. Ya nos conocemos lo bastante para no romper este silencio tan bello, que lo sea solo por esas olas que me traen recuerdos que creí haber perdido para siempre.

Asintió mientras caminaba a su lado y él le ponía suavemente una mano en la cintura, una mano que casi no notaba era un simple cumplido, se notaba fría, indiferente le habría dado lo mismo llevarla en el bolsillo, la soportó un rato, luego hizo un movimiento para asomarse a la arena y cuando se incorporó ya no dejó que esa mano se volviera a posar en su cuerpo.

Cuando llegaron al final del paseo se volvieron a ver el espectáculo de la Luna, se quedaron un rato en silencio, absortos, ella no quería pensar en nada, mañana sería otro día y con la luz del Sol todo se ve más claro.



Él intentó ponerla a prueba hasta el final y antes de que se diera cuenta la estaba abrazando, besando los labios que sorprendidos se abrieron sin querer. Sus besos tenían un extraño y delicioso sabor que la aturdió, sintió ganas de morderlos, se controló y él solo encontró un frío beso, insípido incapaz de hacer sentir nada.

Se mostró inconforme con la forma de besarle ella, así que la abrazó más fuerte apretándola contra su pecho con algo de desespero, le levantó la barbilla, ella evitaba mirarle pero se encontró con sus ojos dónde brillaban unas lágrimas a punto de derramarse por su mejilla, sintió un fuerte nudo en la garganta un escalofrío recorrió su cuerpo de la cabeza a los pies, cerró los ojos mientras sus labios la besaban con pasión y se preguntaba que estaba pasando, no entendía nada, nada, solo que aquellos besos le gustaban con locura y que no sabía por qué la besaba así, ¿de pronto ella le gustaba?

El camino de vuelta lo hicieron cogidos de la mano. No quería mirarle, él no le quitaba ojo de encima y pensó qué sería peor si su indiferencia de antes o el interés de ahora.

-Mañana te esperaré en esta escalera de acceso a la playa, a las once, si llegas primero me esperas tú a mi.-Le salió la vena de mandón que tenía, esta vez su voz fue extremadamente cordial y le guiñó un ojo con complicidad.

-Esa prueba si que no la paso.- Aunque pensara así asistió, nada de cobardías, era la única forma de que las cosas quedaran claras y saber a que atenerse.
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Había olvidado lo hermoso que es sentirse besada en la arena bajo un sol implacable, en una playa querida con el sabor a sal en los labios con los ojos llenitos de mar. Fueron unos instantes de felicidad que ya para siempre le pertenecen, que mereció la pena vivirlos. Llenan una vida y hacen olvidar sinsabores, incertidumbres y desengaños.

Se fueron cada uno por su lado después de un tiempo. Lo conoció bien, y supo que aquella pose que utilizaba era para esconder su timidez.

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Me pregunto si aún se quieren. Nunca lo sabré. Ni ella ni él me lo dirán.


Carol





12 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Aún se está a tiempomientras halla sangre en las venas y pasión en el alma.

Apostemos a que ambos seguirán escribiendo su historia.

un abrazo!

MARU dijo...

Bellísima novela-corta, porque podemos conocerlos, leer sus pensamientos, vivir sus anhelos, sus dudas, ver parte de sus vidas...
Podemos ver el entorno donde están, sentir la luz de la luna, la suave brisa, el calor de la arena.
Solo tu sabes escribir asi, querida Carol.
Gracias por dejarnos asomar a las dudas del corazón hummano.
Un besito

Nuria dijo...

Hay relaciones desconcertantes, en las que resulta difícil adivinar el equilibrio.

Sólo aceptaría que alguien decidiese el menú si existiese el abandono de la complicidad, pero no la autoridad.

Los besos, a orillas del mar, bajo la Luna, son realmente especiales, creo que se tiene la sensación de que la noche es interminable, no sé por qué.

Biquiños Stromkarl, sigue escribiendo...

Carol dijo...

Solo el tiempo lo dirá, querida Mónica, yo los veo muy alejados el uno del otro.

Un beso.

Carol dijo...

Gracias a ti Luna, eres muy amable y me animas mucho con tus palabras.

Besos.

Carol dijo...

En esta relación, como en casi todas, no todo es perfecto, Nuria.

Él es un hombre de los que les gusta poner a prueba a los demás, qué grado de paciencia tiene el la en este caso, y todo ello corriendo el riesgo de parecer un machista, un desconsiderado, pero no es así, para él es solo una prueba para saber que puede esperar de ella, como se comporta en determinadas situaciones extremas. Un ser complejo, en el fondo tierno desinteresado que solo intenta averiguar si la persona que tiene enfrente merece su atención, dispuesto a ser normal educado y atento instantes después.

La diferencia de edad de unos diez años a favor de él también implica el creer que lo sabe todo que le da cien vueltas a ella en muchas cosas, lo que no sabe es que ella le da mil a él en otras.

Este personaje es el clásico que es educado, sabe estar, respeta a las personas, sin embargo no puede evitar el paternalismo en muchas de sus actuaciones y lo tomas o lo dejas pero será muy difícil cambiarle, aunque se puede intentar modificarlo un poco sin cambiar su personalidad.

Ella no le ríe la gracia tan solo se muestra educada y su sometimiento tiene fecha de caducidad está dispuesta a no salir más con él, cuando ya ha tomado esa decisión él le enseña su verdadero rostro y sinceramente pocos hombres son tan tiernos como él.

Al menos yo quería fabricar un hombre así y no sé si lo he conseguido.

Biquiños Nuria.

P.D. Nuria, a mi me hace lo del menú y me levanto de la mesa, que se coma él lo que eligió. Pero la chica es muy tímida, insegura, así que aguanta porque quejarse, que respeten sus gustos en es una lección que tiene que aprender, pero estoy segura que otra vez no se lo hace nadie.

Nuria dijo...

Ah, entiendo, es como si él escondiese su verdadera personalidad o su educación aprendida, detrás de una fachada, porque en principio no sabe comportarse de otra manera...

Mmmm......adivino que ella lo intuye y por eso tiene paciencia, espera, está a la expectativa y le sigue el juego, a ver por donde desemboca, porque no tiene "nada que perder", ya que con no volver a salir con él, listo...

La diferencia de edad...no siempre es condicionante, creo que depende del momento de la vida y de la propia madurez ¿verdad?

Yo, de manera personal, no sé si tendría paciencia con un hombre así, quizás porque lo encontraría prepotente o autoritario, no me sentiría cómoda.

Bueno, me ha gustado mucho la explicación querida Carol, gracias bonita.

Un biquiño enorme

PD. ¿Te vas de vacaciones? (ya sé que no tiene nada que ver, pero...)

Carol dijo...

Comprendo que no te guste este personaje Nuria, sin embargo hay personas así, hombres y mujeres, tampoco es mi ideal de hombre, aunque sé que hay hombres muchos peores que él que en el fondo es casi un cielo, nadie es perfecto, él tampoco. No sirve de consuelo, pero es lo que hay.

La protagonista del relato es ella, que es la que tiene la paciencia de sobrellevarlo, porque está enamorada de él y porque él lo está de ella, es la primera cita y es bastante normal que haya un tanteo a ver como es cada uno de ellos. Se conocen de vista según parece.

Y ten por seguro que él es educado y atento a pesar de ese desafío en la cena.

Por supuesto que la edad no es un condicionante, opino como tú depende de cada uno, de su madurez, experiencia, e incluso de lo enamorado que esté el uno del otro.

Me encanta cambiar opiniones contigo porque son muy valiosas para mí. Otra vez haremos un hombre perfecto te lo prometo. Yo tengo un hombre ideal, que no he encontrado…pero quizás no gustaría a todas las mujeres.

Si no te convence la explicación seguimos hablando, por mi encantada.

Un beso enorme preciosa.

P.D. La semana que viene me iré de vacaciones. Espero y deseo. Biquiños.

Nuria dijo...

Sí, sí, me convence ;-), es un placer comentar tus relatos, los personajes, el trasfondo, etc...

El hombre que tú consideres ideal para ti, ha de serlo para ti, para nadie más querida Stromkarl.....y ya no es poco ¿verdad?

Biquiños muy grandes

PD. Espero que disfrutes de las vacaciones, donde vayas, ojalá sea cerca del mar ;-)

Carol dijo...

Sí Nuria, a la orilla del mar, muchas gracias por tus buenos deseos.

Biquiños

Silvia Giordano dijo...

Que hermoso cuento, Carol. Me gustó mucho. Sólo la vida sabe lo que habrá sido de ellos.
Besos!!!

Carol dijo...

Me alegra mucho que te gustara Silvia Beatriz, tu opinión es de las que valen mucho para mi, muchas gracias.


Besos