Este poema me lo inspiró la fotografía de una niña ensangrentada,
de una guerra de las muchas que asolan el planeta Tierra.
No he querido poner la foto, podría ser una niña de cualquier
país que sufre cada día lo que significa vivir en guerra.
Todos tenemos en mente la imagen de uno de esos niñ@.
Ojalá se acaben todas las guerras. Si fuera posible...
La niña lloró y lloró…
Sentada en el frío suelo
las manos ensangrentadas,
los ojos perdidos en la mirada,
la mirada perdida en el azul cielo.
La soledad danzando a su alrededor
lleno de cadáveres de seres amados,
los cuerpos cruelmente desmembrados;
la impotencia de los débiles ante la sinrazón.
Una marca indeleble que no curará jamás.
¿Cómo olvidar tanta pérdida amada,
volver a creer en la raza humana,
empezar otra vida sin mirar atrás?
El que mata niños es inhumano,
el que siembra tanto dolor
pierde, si la tuviera, la razón,
no merece ser amado.
Querida niña de la guerra,
de alma desolada,
grito alto tu pena
como si mía fuera.
Carol