La tarde se llenó de tormenta
una corriente de aire frio
barrió con crueldad la cubierta
del barco que tú y yo compartíamos.
La lluvia cruel calló con fuerza
calando todo lo que habíamos escrito
borrando la esperanza puesta
en el futuro de un amor divino.
No miremos con tristeza
los restos del naufragio
de aquel amor apasionado,
de aquellos sueños dulcemente alimentados,
en estos restos hay mucha ternura
para llenar el cofre del tesoro encontrado.
Carol